15 dic 2009

Cuento de Navidad



Dicen que existió un hombre muy poderoso, dueño y señor de medio mundo, que antes de morir reveló el secreto de su riqueza al servidor que le atendía, diciéndole: "Has sido un empleado ejemplar, fiel, honesto, y no puedo morir sin agradecerte que me hayas devuelto, puntualmente, todo el dinero que te pagué como salario, comprando en mis tiendas, suscribiendo en mi banco la hipoteca de tu casa, disfrutando de las películas en mis cines, viajando en los automóviles que fabriqué, comprandome la ropa que te abriga y la comida que te alimenta; en definitiva, darte las gracias por consumir todos aquellos bienes y servicios que fuí capaz de idear y de hacerte ver que eran imprescindilbes para llevar una vida digna, plena y feliz. Pero debes saber, fundamentalmente, que mi riqueza y mi poder radican en tu humildad, en tu ingenuidad y en tu perpetua sumisión; tú eres mi valor primordial, mi poder y la mejor herencia para mi estirpe, tú decides el futuro".